Retratos de Echegaray pintados por Sorolla – Parte II

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José Echagaray y Eizaguirre fue un hombre de gran reputación fuera y dentro de nuestras fronteras: cuatro veces ministro y dos Presidente de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; Presidente del Ateneo de Madrid; Director de la Real Academia Española, senador vitalicio,…

Como Ministro de Fomento realizó la Ley de Bases de Ferrocarril. Y cuando ostentó la cartera de Hacienda optó por darle al Banco de España carácter nacional, otorgándole el monopolio de la emisión de billetes. Intervención gubernamental contraria a las ideas de la Escuela Austriaca. Sin embargo, defendió denodadamente el libre comercio y ante todo abogó por un presupuesto estatal equilibrado. Vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, apeló por el librecambismo y la apertura exterior de la agricultura y de la industria española. Profundo conocedor de los liberales clásicos: Smith, Mill,…

Más el olvido al que ha sido sometido, se muestra por lo expuesto de inusitada injusticia. Tal vez porque ha prevalecido de su polifacética actividad, especialmente su labor de dramaturgo. Obras teatrales consideradas por la generación del 98, al igual que los lienzos de Sorolla, poco comprometidas con los problemas que padecía la sociedad de su época.

Piezas exponentes de un Romanticismo tardío, donde con un lenguaje grandilocuente, alternó el verso y la prosa. Persiguiendo simplemente entretener a su público, el cual lo adoraba. Sus representaciones tenían una enorme acogida, como también las de Galdós, de vertiente realista y costumbrista. No así las de los noventaochistas, incomprendidas por los espectadores que adolecían quizás aún de la formación intelectual necesaria para ello. Tengamos en cuenta que la tasa de analfabetismo en aquel entonces se situaba en torno al 60%.

Tal era el grado de animadversión, que cuentan que en una ocasión Valle Inclán necesito una transfusión y cuando Echegaray al enterarse acudió al hospital para donar su sangre, éste al verlo le dijo al médico: “De ese no quiero sangre, doctor, la tiene llena de gerundios.”

A pesar de ello parece factible concebir que la academia sueca lo eligiera para entregarle el Premio Nobel en 1904 por esta y no otra aportación, galardón compartido con el poeta provenzal Frédéric Mistral. Motivada, intuimos, tras la puesta en escena de “O Locura o Santidad”, estrenada en el Teatro Real de Estocolmo en 1895 con enorme éxito.  

Si bien Echegaray se definía esencialmente como un matemático:

«Las matemáticas forman una salsa que viene bien a todos los guisos del espíritu. Las matemáticas armonizan con la música y con el arte en general. Ocasiones hubo en que el afán y la necesidad de ganar dinero me animaron a cultivar la dramática. Pero mi afición a las matemáticas fue constante, era más desinteresada, más pura, más honda, más grande, en una palabra. La política está por debajo de estas otras aficiones. Nunca encontré en ella ese placer íntimo que las matemáticas y la literatura me producían. Reconocí siempre que la política era necesaria en las sociedades modernas, porque con todas sus impurezas es elemento de progreso. Pero nada más. Fui político leal y sincero, y a veces político ardiente, pero la fiebre pasaba pronto y me quedaba tan tranquilo».

Sin duda alguna una virtuosa figura de nuestra historia, que se merece el mayor de los honores y el más vivo recuerdo. Su proyección en aquel momento fue tal que incluso en Canarias una calle del barrio de San Antonio, cito en el municipio de Telde, Gran Canaria, cuyas primeras edificaciones datan de dicho periodo, lleva su nombre. Y no erraríamos en imaginar que igualmente habrá más en la geografía peninsular.

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