Capítulo VIII: Un 70% de fracaso escolar

Casa rural

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La algarada juvenil comenzaba a escucharse. Era el inicio del recreo. Nítidamente se percibían los juegos y las risas de los muchachos que se divertían en el patio del centro educativo colindante a la casa de mi prima Libertad. Disfrutando ajenos de la honda aflicción que poco a poco se apoderaba de las almas de los que residían en Matahambre.

Recogí la mesa. Tornando Libertad a su sillón y sus libros. Cual espíritu errante se volvió a sumergir en sus más profundos recuerdos. Albergando la incipiente esperanza de encontrar un pasaje escrito que le mostrara el modo de expiar su pena. Cerré la puerta y la dejé allí. En aquella casa solariega de paredes blancas, salpicada de coloridas flores que cubrían casi por completo su fachada. Aunque hoy algo era diferente en el ambiente. Depositados en la acera multitud de pétalos que anunciaban que el otoño ya estaba aquí, y con él las interminables tardes de lluvia con sus nubes grises.

 

A escasos metros me topé con Benito, el director del “Instituto de Educación Secundaria Manuel Bartolomé Cossío. El que fuera mi maestro y el causante del  interés de Libertad por la literatura liberal. De pie ante la entrada del centro educativo, limpiaba la placa que presidía la institución y en la que se podía leer: “Debes afirmar la verdad sólo porque y en cuanto la conoces, no porque otro la conozca: sin el propio examen no debes afirmar ni negar cosa alguna”. Fragmento extraído de los postulados del filósofo alemán Friedrich Krause (1781-1832). Declarándose Benito un consumado krausista.

Buenos días le dije, a lo que me respondió contrariado: “serán para ti”. Fue entonces, tras semejante contestación, cuando le inquirí por lo que le pasaba. Iniciando el sempiterno docente un encendido alegato:

“- ¿Sabías Pedrín que en este pueblo el 70% de los adolescentes abandonan la escuela antes de terminar cuarto de la ESO? Se marchan sin un mínimo título bajo el brazo. Su única aspiración estriba en que por medio de Golfi en el Ayuntamiento sean contratados.

Con casi 18 años son empleados en la corporación, dedicándolos a labores varias. Nadie les exige, ni les anima a que con sus estudios prosigan. Trabajan unos meses y otros están en el paro, viviendo de la correspondiente prestación. Cuando pasan de los 25 se encuentran en la calle, sin profesión, ni oficio y es más sin futuro, ni beneficio. Carne de cañón cuando llega una crisis como por la que actualmente atravesamos.  

Y es que a veces pareciera que nadie comprende que los organismos públicos se mantienen  de los impuestos que abonan las personas físicas o jurídicas. Si no existe actividad empresarial escasos recursos se podrán ingresar en las arcas municipales. Con lo que consecuentemente el consistorio se verá obligado a reducir plantilla y servicios. Mermando nuestra calidad de vida local.

Mas llegados a este punto. Algunos políticos iluminados optan por subir los ya de por sí elevados impuestos, gravando abusivamente las propiedades que tantos años nos ha costado pagar. Pequeño patrimonio que uno espera algún día legar a sus hijos y que a este paso dejaremos inevitablemente por el camino. Provocando con ello que se pongan más viviendas a la venta, lo que altera el libre mercado. Ocasionando rápidamente una mayor caída de precios al existir más oferta de la que se demanda. Disipándose en un instante los frutos de décadas de ardua labor, de sacrificios: sin años de vacaciones, sin fines de semana de cine, sin cenas románticas, o utilizando la misma ropa temporada tras temporada. Lo que previamente se cuantificaba en 300.000 en este momento ya no vale ni 100.000€.

Aún así Golfi y los suyos prometen colocar en el Ayuntamiento a todo aquel que su apoyo les quiera dar. Gastos que sufragarán incrementando la tributación, con especial incidencia en el Impuesto de Bienes Inmuebles. Aplastando más las posibilidades del sufrido contribuyente. Invirtiendo en viajes y agasajos. Y quitando de las partidas dedicadas a educación. Que cuanto menos sepa el pueblo más fácil resultará su engaño. Y para cuando esos jóvenes de hoy, que disponen de un sueldo en el bolsillo cada mes para en diversos menesteres gastar, alcancen los 25 y se den cuenta del camelo, ya será demasiado tarde. Quedándoles a partir de ahí una larga vida por delante repleta de penurias y lamentos.

¿Y Golfi dónde estará? Riéndose en tierras lejanas de la enorme fortuna que logró en una comarca donde él se quedaba el pan, a cambio de regalar exiguas migajas esporádicamente a determinados vecinos. Mientras en Matahambre lloraremos de lo mucho que hemos perdido.”

Ya era la hora de almorzar y caminé calle abajo hacia mi casa. Meditando sobre las amargas palabras de Benito, el maestro krausista. Sin tampoco olvidar la historia de Miguel o Manuel ó inclusive la de Luis y su amada Libertad. Ni tan siquiera la de la taciturna Soledad.

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