Capítulo XXXIV: La Revolución desde arriba

Gobierno Provisional de 1869

Mas aquella farsa electoral en la que desembocó la Restauración, suscitó variados alegatos que abogaban por su perentoria modificación. Como los del político liberal Francisco Silvela (1843-1905), que sustituiría a Cánovas en el liderato del Partido Conservador, tras su muerte en 1897. Instando a una reforma total del gobierno municipal, al objeto de erradicar el caciquismo y el clientelismo político. Un proyecto regeneracionista, supeditado a una intervención quirúrgica desde la cúspide hasta la base. Influido mayormente por las teorías de Joaquín Costa (1846-1911), el máximo exponente del movimiento regeneracionista.

Después de la retirada de Silvela, Antonio Maura (1853-1925) se haría acopio de tales pensamientos en la susodicha formación. Consciente de la obligación de acabar con la corrupción política cuanto antes. Autor del famoso discurso “La Revolución desde arriba”.

En base a ello Maura aseveraría: “(…) España entera necesita una revolución en el gobierno radicalmente, rápidamente, brutalmente; tan brutalmente que baste para que los que estén distraídos se enteren, para que nadie pueda ser indiferente y tengan que pelear hasta aquellos mismos que asisten con resolución de permanecer alejados (…)

(…) No; más que nunca es ahora necesario restablecer aquella ya casi olvidada, de tiempo que ha que fue perdida, confianza entre gobernantes y gobernados; y ya no hay más que un camino, que es la revolución audaz, la revolución temeraria desde el Gobierno, porque la temeridad es, no obra de nuestro albedrío, sino imposición histórica de los ajenos desaciertos. Nunca habría sido fácil la revolución desde el Gobierno, nunca habría sido recomendable, si hubiera podido dividirse la facultad y esparcirse la obra en el curso del tiempo; pero cada día que pasa, (…), es mucho más escabrosa, mucho más difícil, y el éxito feliz mucho más incierto; y no está lejano el día en que ya no quede ni ese remedio (…)”.

Y a este propósito se dedicaría en cuerpo y alma durante la presidencia de su “gobierno largo”, acaecido entre 1907 y 1909. Manifestando que la ampliación de la autonomía local, en detrimento del intervencionismo central, conduciría a que la sociedad se implicase en la consecución del plan esbozado. Pero la brutal represión que mantuvo el ejecutivo por él dirigido, con la intención de sofocar los altercados de “La Semana Trágica de Barcelona”,  provocarían su dimisión sin lograr una renovada Ley para la Administración Local.

Luego le tocaría a José Canalejas (1854-1912), por parte del Partido Liberal, retomar las referidas reflexiones. No obstante, su asesinato el 12 de Noviembre de 1912, a manos del anarquista Manuel Pardiñas Serrano, mientras transitaba por la zona madrileña de la Puerta del Sol, imposibilitaría el objetivo por tantos anhelado. Accediendo postreramente el Conde de Romanones (1863-1950), quien carecería de la convicción necesaria para abanderar tan magnánimos planteamientos. Circunscribiéndose la situación política, a partir de 1913, a un perenne apagar fuegos, soslayando cualquier medida de profundo calado.

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