La madurez pictórica sorolliana comienza tras la Restauración

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El próximo domingo, 13 de Septiembre, concluirá la exposición Joaquín Sorolla (1963-1923) en el Museo del Prado. La pinacoteca asevera que ha sido la muestra más vista durante la última década. El sábado pasado se pusieron a la venta 5.000 nuevas entradas y en apenas unas horas se agotaron.

Tal ha sido el éxito que las medidas excepcionales se han continuado durante la etapa estival. Contando con la colaboración de la Consejería de Turismo de la Comunidad Autónoma de Madrid y también del Ayuntamiento. Primeramente se amplió el horario en los meses de Julio y Agosto hasta las 22:00. Y los días 11, 12 y 13, se cerrará a las doce de la noche. Incluso se sacó una oferta, a través de Viajes el Corte Inglés, de entrada más hotel, pudiendo añadir al paquete otros pases como al del Museo Sorolla. Poniendo el turismo cultural de moda y demostrando, por si aún se albergaba alguna duda, que es un nicho altamente rentable y con un enorme potencial.

A partir del 1 de Octubre “Las Visiones de España” podrán ser contempladas en Valencia.

Y en estos meses mucho hemos comentado de ilustres liberales y su relación con el celebérrimo pintor valenciano: José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala, Salvador de Madariaga, Unamuno, Benito Pérez Galdós, el Premio Novel José Echegaray y Eizaguirre, Francisco Giner de los Ríos. Sin embargo, no hemos profundizado suficientemente en un periodo que marcó la existencia de un país y de una época: La Restauración. Y que con sus errores y aciertos, contribuyeron al despegue económico e intelectual nacional.

Régimen parlamentario sustentado en dos partidos políticos de corte liberal: el conservador de Antonio Cánovas del Castillo, y el progresista de Práxedes Mateo Sagasta. Consistente en la alternancia de ambas formaciones en el poder. Así Cánovas presidiría los siguientes gobiernos: 1875-1881; 1884-1885; 1890-1892; 1895-1897. Sagasta: 1881-1884; 1885-1890; 1892-1895; 1897-1902. Y el último estaría dirigido por el conservador Silvela, entre 1902 y 1903.

Siendo Cánovas quien ideó el denominado sistema de bipartidismo o turnismo, con el que se buscaba alcanzar la mayor estabilidad político-social. No obstante, tal intención quedaría desvirtuada al emplearse asiduamente mecanismos de fraude electoral: el encasillado o el pucherazo, en pro de erigir una elite política, que se apoyó en todo momento en el caciquismo.

El Jefe de Gabinete convocaba las elecciones, aunque anteriormente el Rey elaboraba una lista, preservando la mayoría para sus afines y ciertos puestos para la oposición, de tal modo que quedasen siempre en inferioridad.  La candidatura confeccionada era filtrada a los gobernadores civiles que debían conseguir su aprobación en las urnas.

Los caciques locales manipulaban censos electorales, incluyendo en él personas ya fallecidas, y excluyendo a otras vivas. Ejercían una política eminentemente clientelar, basada en lograr votos a cambio de favores: trabajos en el ayuntamiento, agilización en trámites burocráticos,…El lema que esgrimían resulta sumamente aclaratorio en cuanto a estos comportamientos: “para los enemigos la ley, para los amigos el favor”.

Una vez acabado este periodo comenzaría la que se considera la fase de madurez artística de Sorolla y que arranca en 1903 con “Sol de la Tarde”, encontrándose entre las 102 cuadros exhibidos actualmente en el Prado. Por lo que estimamos que si aspiramos a entender mejor a Sorolla y su obra, hay que situarlo en su contexto. No pudiendo dejar de estudiar a dos hombres tan relevantes como Cánovas y Sagasta. De los que hablaremos prontamente.

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