¿Son mis ahorros demasiado pequeñitos para producir rendimientos?

Cuenta Azul, iBanesto

No paraba de darle vueltas en mi cabeza, y es que nuestras finanzas cada día se tornaban más paupérrimas. Las facturas se acumulaban. Las obligaciones inmediatas y futuras aumentaban considerablemente. Resultando sumamente efímeras las perspectivas de mejora, en un horizonte cuanto menos incierto y visiblemente turbulento.

Por si fuera poco, el próximo año Marta comenzaría la Universidad. ¡Cómo pasa el tiempo! Parece que fuera ayer cuando la acunaba entre mis brazos y ya casi tiene 18 años. Dice que anhela estudiar Bellas Artes, en pro de describir con sus lienzos cualquier acontecimiento. Juan, un día sí y otro también, me comenta que lo ideal sería que cursara Económicas o Derecho. Mas, ¿quiénes somos nosotros para cambiar sus sueños? ¿Acaso no consiste la vida en intentar lograr nuestros personales objetivos? ¿Equivocados o acertados?, sólo el tiempo lo sabe.

No obstante, la economía familiar ya no es lo que era. Yo en paro, como otros tantos españoles, y mi marido pendiente de un presunto Expediente de Regulación de Empleo. Pagar la hipoteca lo primero, después distribuir lo poco que nos queda entre lo que se pueda. Ahora eso sí, absolutamente convencidos en nuestra imperiosa necesidad de ahorrar. Ya que no alcanzábamos a vaticinar cuánto más duraría este contexto.

Pero, ¿cómo? Comprar marcas blancas se erigía en lo habitual, sin contar el deambular por diversos supermercados tras el rastro de cualquier oferta. Recortes en luz, agua o teléfono. Abriendo cada día Internet en busca de distintas opciones: que si venta de artículos usados, que si encuestas remuneradas,….

Y de repente allí lo hallé, un anuncio de la banca online de iBanesto. Según el cual la referida firma había sacado al mercado una nueva línea “Low Cost”: “La Cuenta Azul. Quienes, a tenor de lo allí explicitado, otorgaban la mayor remuneración del mercado, con un interés de un 3,50% hasta Enero de 2011. Con la total disponibilidad del dinero que en ella se ingresara, en cualquier momento, ya fuera solicitándolo por teléfono o a través de la página web, sin límites de cantidad. Adoleciendo de comisión alguna: por los servicios prestados, por cancelación en caso de requerir los fondos anticipadamente, por operaciones, por ingresar cheques, por realizar transferencias,… Sin exigir contratar ningún otro producto financiero.

Además añadían, que para aquellos que ya dispusiesen de una cuenta en iBanesto, cabría obtener igual rentabilidad, hasta idéntica fecha, mediante el Depósito Azul. Depósito a un día, renovable automáticamente, sin gastos ni comisiones. Y en el supuesto de precisar retirar parcial o totalmente los fondos, al ser diario, tan sólo habría que comunicar la no renovación del producto. El único requisito que establecían, para optar a acogerse a la modalidad descrita, era haber incrementado el saldo respecto a la posición a 15 de Marzo de 2010.

Esa misma noche, al regreso de Juan de la oficina, se lo conté. Pues la solución para nosotros, con nuestros pequeñitos ahorros, era abrir una Cuenta Azul en iBanesto. Ya que siempre sería más aconsejable que nuestro dinero nos reportara al menos algo. Convirtiéndose en una nada desdeñable ayuda para la matrícula de Marta en la Universidad de Bellas Artes el próximo año.

No obstante, Juan me espetó: “Cariño, no te creas todo lo que dicen, que algunos con tal de vender”. A lo que rápidamente le respondí: “No sabes que la nueva Ley para la Defensa de los Consumidores y Usuarios penaliza la publicidad engañosa y obliga a garantizar al cliente lo publicitado, figure o no en el contrato. Nuestros ahorros son pequeñitos, sí, pero con la Cuenta Azul de iBanesto Juan, estoy segura que los transformaremos en algo muy bonito”

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