Perseguir la plena integración mediante una correcta comunicación

No a la violencia de género

Entre las grandes ventajas que aporta la imparable globalización, surgen pequeños obstáculos que se muestra perentorio solventar. Vivimos en un mundo interconectado, donde los avances tecnológicos poco a poco van derrumbando los altos muros fronterizos que hasta hace no mucho nos separaban. Aquel anhelo de las primeras revoluciones liberales, consistente en aclamar la igualdad de todo ser humano, lentamente se va tornando en realidad.

Mas para caminar hacia las ansiadas sociedades interculturales, aquellas que valoran la diversidad como una fuente inestimable de riqueza, se ha de estar en permanente alerta ante cualquier atisbo de retroceso. Apoyándonos en el adecuado uso y elaboración de los mensajes, en pro de alcanzar la plena integración de los grupos minoritarios. Lo que potencia la correcta convivencia entre los ciudadanos,  generando naciones más abiertas, tolerantes, justas y democráticas. Ostentando los “Mass Media” un papel preponderante en tan sobresaliente tarea. 

Sin embargo, el desconocimiento de tales minorías se convierte en caldo de cultivo de infinidad de burdos estereotipos y desproporcionados prejuicios. Fomentado por inoportunos y en algunos casos peyorativos comentarios vertidos desde los medios de comunicación. Incluso, en ciertos momentos, y muy lamentablemente, enfatizados por nuestros gobernantes, olvidando quizás que el fin último de la política es garantizar la cohesión social. Es por ello que, con motivo de las elecciones a Presidente del Parlamento Europeo del 2004, distintos colectivos presentaron un Manifiesto al objeto de mejorar la integración de las minorías, lo que para ellos pasaba por una plena implicación de televisiones, radios o prensa escrita a la hora de transmitir la información. Recomendaciones que, entre otras tantas, sugerían dar una mayor cabida a los dispares pensamientos, por reducidos que fuesen, con el propósito de impedir su exclusión y aislamiento. O contrastar desde cada óptica la noticia aportada. Evitando sensacionalismos o incidir en el lugar de origen del protagonista en tanto en cuanto no fuera absolutamente relevante.

No siendo sólo conveniente que el pueblo de acogida conozca de una manera objetiva las peculiaridades de la idiosincrasia de los variados colectivos, acabando así con mitos y falacias, sino que además estos últimos sean completamente conscientes de sus derechos y obligaciones.  Para ello se han de elaborar los pertinentes mensajes conforme a cada público objetivo, no variando el fondo, pero si la  forma para llegar a más gente y de un óptimo modo.

No obstante, jamás hemos de caer en el relativismo cultural extremo, que se niega a enjuiciar cualquier comportamiento de una determinada cultura a través de las pautas de otra, pues existen unos derechos fundamentales, universales, inherentes al ser humano, con independencia de su lugar de nacimiento o creencia religiosa. Y será la ONU, una de las mayores organizaciones internacionales que engloba a 192 países, la que recoja en su objetivo número 3 de Desarrollo del Milenio, el promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer.

Para perseguir tan trascendente meta hemos de perfilar un discurso de género coherente, planificando una estrategia de comunicación acertada. Valiéndonos por otro lado de los trabajadores sociales especializados en la mediación intercultural para aplacar aquellos conatos de conflictividad que pudiesen irrumpir. Pero de ningún modo ampararnos en triviales justificaciones para no reconocer la irrefutable igualdad entre el hombre y la mujer. Mirando para otro lado mientras se perpetran inenarrables atropellos, dantescas atrocidades, contra un ser cuyo corazón late a la par que el nuestro.

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