Recientemente un grupo de intelectuales españoles ha publicado un manifiesto que incita a meditar sobre la preocupante situación por la que atraviesa España. Enumerando una serie de reformas que necesariamente tiene que acometer con premura nuestro país. Invitando a cualquier persona interesada tanto a expresar su opinión, como a secundar la iniciativa. Conscientes de que únicamente a través de la suma de esfuerzos y el pensamiento colectivo conseguiremos salir de la encrucijada en la que nos encontramos.
Hablan no sólo de una crisis económica, sino también de valores. Resaltando que nuestra mejoría pasa inexorablemente por potenciar el libre mercado y el máximo respeto hacia el individuo. Ya que al fin y al cabo es el sector privado el que genera riqueza y puestos de trabajo. Sugiriendo además retornar a la cultura del esfuerzo, del ahorro, de la previsión,…
Debiendo nuestro gobierno ser valiente y tomar las riendas para propiciar urgentemente los cambios requeridos. Basando su gestión en el mínimo intervencionismo, circunscribiéndola a erradicar cualquier desigualdad e injusticia que surja. La eficacia, eficiencia, austeridad en el gasto, transparencia, eliminación de duplicidades y solapamientos entre administraciones, simplicidad en los trámites burocráticos,… han de primar en la implantación de cualquier política; creadas para ayudar a los ciudadanos y no para enredarlos y confundirlos en sus relaciones con los distintos organismos.
Detallan unos pilares fundamentales sobre los que resultaría obligatorio trabajar: dotar al poder judicial de una independencia suma, y de los recursos económicos suficientes para su modernización; apostar por la educación y por el conocimiento es hacerlo por el desarrollo y la innovación, cauce por el que aumentaremos nuestra competitividad; obligar a los bancos a que la liquidez monetaria aportada por el Ejecutivo Central sea transferida al tejido empresarial y a los particulares; reducir la carga fiscal sobre el contribuyente;…
Lo contrario sería el deterioro paulatino de nuestro bienestar, perdiendo con ello enteros tanto en nuestro liderazgo mundial, como en la calidad de vida de nuestros ciudadanos. El obviar esta realidad nos conduciría a un impredecible desenlace, con el peligro de provocar la ruptura definitiva entre administradores y administrados.
A finales del año pasado ya anunciaba el prestigioso rotativo “The Economist”, que la fiesta en nuestra nación se había terminado, instándonos a contundentes transformaciones. Posteriormente aseveraba que supuestamente en Septiembre, después de que muchas personas dejaran de percibir sus prestaciones por desempleo, siéndoles imposible su reinserción laboral a consecuencia del precario contexto vigente, el descontento afloraría a modo de revueltas. El Gobernador del Banco de España abría la caja de los truenos días atrás, declarando que el superávit de la Seguridad Social previsiblemente se acabaría en el 2009. Y así suma y sigue.
Yo ya me he adherido al documento, porque esta reflexión profunda bien merece el compromiso de cada uno de nosotros. ¿Y tú que harás?
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