Gestión turística y consecuencias en un hipotético municipio

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A veces, en aquellos breves instantes de los que disponemos, tras apagar infinidad de fuegos diariamente, caigo en la cuenta de lo mucho que ha cambiado nuestra querida industria turística. Motor económico que ha posibilitado el desarrollo exponencial de multitud de municipios del territorio español. Porque, antes de su llegada, aunque ya lo hayamos olvidado, algunas de esas zonas albergaban hondas penurias y sufrimientos. Fue un auténtico maná caído del cielo, sin embargo, nos comportamos como si pudiese ser eterno.

Como producto maduro que es en la actualidad, a partir de aquí dispone de dos opciones: consolidarse, sostenerse y desarrollarse progresivamente; ó tristemente iniciar su sinuoso e inexorable declive. Y permítanme un ápice de pesimismo, si observamos las áreas, antaño prósperas, convertidas en lastimosos eriales, aparentara que la alternativa escogida fuese la segunda. ¿Quién ha tenido la culpa? Como dice el refrán: “entre todos la mataron y ella sola se murió”.   

Cuando irrumpió el “boom”, casi ni nos dimos cuenta. Adolecíamos de prácticamente todo: formación, infraestructuras, capacidad de gestión,…. No nos paramos a pensar, ni tampoco a planificar. No había tiempo, estaban aporreando con fuerza nuestra puerta los suecos, ingleses, alemanes,…y no resultaba factible dejar pasar ese tranvía.

Que había que acometer obras de alumbrado, aceras, centros de esparcimiento, eso tendría que esperar. No obstante, se muestra absolutamente reprobable que en determinados sitios todavía no se haya concluido ni tan si quiera esa fase elemental. El dinero entró a raudales en los ayuntamientos, los proyectos de construcción se agolpaban en el registro. Revisándose la mayoría de planeamientos generales, en pro de incrementar la recalificación de parcelas. La maraña legislativa y burocrática asfixiaba a cualquiera, distinta en cada región. Si bien esos documentos permanecían en constante modificación, pues había que adaptarlos a cada reciente norma aprobada: ya fuese a nivel de Cabildo o Diputación, gobierno autonómico o central, sin omitir el ámbito europeo. 

Proliferaron a lo largo y ancho de nuestra geografía una especie de señores locales omnipotentes, capaces de colocar supuestamente a los miembros de las familias más numerosas de su circunscripción en la administración. Esos mismos trabajadores a los que hoy se les presenta un Expediente de Regulación de Empleo, en el mejor de los casos, que en otros nunca pasaron de ser, a pesar de los años, meros cargos de confianza, buscando reforzar al parecer con ello la partidaria supeditación. Tan agitado era el panorama que la no edificación de colegios, centros de salud, parques infantiles, bibliotecas,…pasaba extrañamente desapercibida. Eso sí, en las fiestas patronales la tonadillera del momento hacía las delicias de los vecinos, lanzando besos a diestro y siniestro. Más como “una ola”, esa época se desvaneció. 

Se asemeja en parte al cuento de la hormiga y la cigarra, pues es ahora, en el duro invierno, cuando requerimos de los frutos recolectados en el pasado. Que hemos hecho algunos deberes, no lo dudo, si bien tenemos que reconocer que nuestra nota no alcanza la matrícula de honor, y en un mundo tan competitivo como el nuestro es esa la obligada calificación. Y cuando se habla de crisis hemos de ser conscientes que además del contexto global, que naturalmente influye, existen también internamente evidentes fallas estructurales.

Soluciones: pasar de la figura del Strong Mayor al City Manager en los Ayuntamientos, a modo de evitar las supuestas deficiencias vigentes que acaban derivando en presuntas vergüenzas aireadas en llamativos titulares de prensa; simplificar la reglamentación y la burocratización; crear coherentes Planes Estratégicos; además de activar con pleno rendimiento el órgano rector del que dimanarían las decisiones, y que no es otro que el tan reivindicado Consorcio Turístico Mixto.

Planteamientos estos, cuanto menos cuestionables, propios de una visión particular de nuestra historia. Siendo bien probable que correspondan a un hipotético lugar, completamente ajeno a nuestra realidad. ¿Lo crees así? ¿O aconteció algo similar donde resides o trabajas?

Artículo publicado en Comunidad Hosteltur 31-07-09

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