Capítulo V: La interpretación de los sueños

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Como cada año, tras otro fin de semana de finales Septiembre, luego de la reunión anual de los cinco miembros de La Hermandad de Doña Blanca en el Parador Nacional de Turismo del Castillo de Sigüenza, regresé a Madrid. Mas aquel lunes algo distinto se presagiaba en el ambiente. No podía desechar de mi mente el reiterativo e inquietante sueño.

Eran las 08:30 de la mañana cuando entré taciturna en el despacho de Amador y a pesar de la hora él ya estaba allí, reclinado en su gran sillón, como si de cual Sigmund Freud se tratara, psicoanalizándome con sus penetrantes ojos. Interpelándome con su melódica voz:

–    “¿Cuéntame, qué es lo que te preocupa?”

Le narré mi onírica revelación, a lo que él respondió:

–    “Sabes que en estos casos cualquier interpretación ha de fundamentarse en la asociación de imágines, aparentemente sin sentido, a conceptos para nosotros conocidos, desvirtuados por nuestro inconsciente cuando uno está dormido.

Primeramente, la cruz decorada con la rosa de cinco pétalos es el símbolo del movimiento rosacruz, además de uno de los altos grados de la masonería moderna. Plagada esta última también de infinidad de alusiones templarias. Pues no olvides que Don Fadrique era el Gran Maestre de la “Orden de Santiago”, de notables similitudes con los del Temple. Como ves todo ello se encuentra estrechamente relacionado.

Por lo que me explicas, Doña Blanca estaba arrodillada, asiendo con una mano férreamente un arca dorada. Sin duda alguna “El Arca de la Alianza”, a la que se le atribuye un poder sobrenatural. Construida con madera de acacia y recubierta de oro puro. Conteniendo uno de los tesoros más preciados, a tenor de lo relatado por la Biblia, “Los Diez Mandamientos”, escritos por el dedo de Dios y entregados a Moisés en el Monte Sinaí.

La estancia de la que me hablas muy probablemente estuviera radicada en el “Templo de Salomón”. Los “Caballeros del Temple” irrumpen en la historia entre 1118 y 1119, siendo Balduino II quien los acoja en un ala del Palacio Real de Jerusalén, erigido sobre el ya extinto templo de Salomón. Es por eso que reciben el sobrenombre de “Pauperes conmilitones Christi templique Salomonici”, o lo que es lo mismo “Caballeros pobres de Cristo y del Templo de Salomón”. En honor al lugar y a sus votos religiosos de: castidad, obediencia y pobreza. La labor de este grupo, que al comienzo eran sólo nueve, se circunscribía a la salvaguarda de los peregrinos que se dirigían hacia Tierra Santa. Sin embargo, la leyenda narra que fueron capaces de encontrar en los túneles construidos bajo el palacio, las más sagradas reliquias. No sólo el Arca de la Alianza, sino asimismo restos de la cruz de Cristo, la cabeza de San Juan Bautista o el Santo Grial. Encarnado en tu evocación mediante la copa de agua ubicada en la mesa de noche contigua a tu cama. Por otro lado los templarios acapararon multitud de tesoros, lo que les condujo a constituirse como una de las órdenes más importantes de su época. Postreramente destruida por la codicia del rey Felipe IV de Francia, en el siglo XIV. Ordenando apresarlos, con edicto papal, el viernes 13 de Octubre de 1307. En España, en virtud de datos y rumores varios, después de disuelta la orden por presuntas falsas acusaciones de herejía, testimonios sacados a los caballeros bajo cruentas torturas, algunos de los que quedaron, terminaron recabando en nuestro territorio patrio en “La Orden de Santiago”. Dirigida por cierto tiempo, como ya varias veces hemos resaltado, por Don Fadrique, el gran amor de Doña Blanca.

“Salomé con la cabeza de San Juan Bautista”, cuadro Anónimo, 1630-1699 (Siglo XVII)

“Salomé con la cabeza de San Juan Bautista”, cuadro Anónimo, 1630-1699 (Siglo XVII)

No obstante, ahora nos queda poner blanco sobre negro y asociar las imágines a conceptos establecidos. El templo de Salomón es la sabiduría, la razón. La acacia, la ciencia. La pirámide, auscultar cada situación bajo todos los prismas factibles antes de pronunciarnos. La escuadra y el compás es la transformación del ser humano, perfeccionándolo como hombre a través del conocimiento. Siendo la escuadra la materia y el compás el espíritu. La rectitud y la justicia. Debiendo al final del camino prevalecer el espíritu sobre la materia si realmente queremos mejorar como seres humanos.

La luz es la verdad, la libertad, que nos desliga de cualquier atadura fuere de la índole que fuere, de supersticiones o fanatismo alguno. Abriendo nuestra mente, haciéndonos más tolerantes y respetuosos con lo diferente. Reflejando el espejo a nuestro peor enemigo, nosotros mismos. Indicándonos que para controlar el mundo, primero hemos de controlarnos a nosotros mismos. Pues sólo a través de nuestro propio conocimiento podremos avanzar en la vida, andar el camino que nos hayamos fijado, al objeto de ser ciudadanos útiles para la comunidad. Con la mirada puesta en Oriente, enclave del nacimiento de nuestras civilizaciones.

Ya que como diría el célebre poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán Goethe, una de las figuras de mayor trascendencia del romanticismo, poco antes de morir, el 22 de Marzo de 1832: “Abrid los postigos para que entre más luz”. Un destacado componente del movimiento rosacruz. Pertenencia que se desprende igualmente de un revelador fragmento de su magistral obra Fausto: “Quien siempre aspira y se afana (por superarse), a ése le podemos salvar.”

Dicho esto María, tu sabes perfectamente a lo que ello alude, pero cuidado, pues nuestro legado aún no puede ser desvelado, ya que a buen seguro será malinterpretado. Sirviéndonos del secretismo durante siglos para protegernos de aquellos que apelan a una única y estrecha verdad.

El Santo Grial

Desde los tiempos más remotos los mecanismos niveladores han sido muchos. La condena a la quema en la hoguera, la simple destrucción de los libros de un escritor o cualquier otra fórmula de agresión. Actualmente la divulgación de seudos cotilleos y rumores, amplificados a través de los Mass Media hacen esta labor. Pareciera según lo prescrito por el execrable Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi, que: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”. Técnica que busca mantener a la masa controlada, castigando a todo aquel que despunta o se desmarca de la línea prefijada.”

Por la noche regresé a mi humilde piso en la calle de la Libertad, y en la soledad de mi hogar memoré las explicaciones de Amador, con una mezcla de desasosiego y apatía. Tal vez, no lo  sé, por el cansancio de la jornada. Mientras contemplaba la oscura noche desde mi ventana, escuchando una suave melodía de aquel otro genio del romanticismo: Chopin. Autoconvenciéndome de que mañana sería otro día, pudiendo quizás lograr una mayor comprensión de tan extraña ensoñación.

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