La supuesta morosidad municipal: ¿leyenda o realidad?

Hoguera 

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Hace pocos días nos conmocionábamos ante el televisor con la noticia de que un empresario amenazaba con quemarse a lo bonzo ante las puertas de un Ayuntamiento español, de no abonarle la deuda pendiente, cuyo montante cifraba en cerca de 400.000 €. Finalmente su hijo lo disuadió de la idea, aunque eso sí, fue detenido por alteración del orden. A pesar del dramatismo del caso, tuvo un feliz desenlace. La entidad local en cuestión se comprometió al pago del importe reclamado, por vergüenza más bien, pero da igual, lo significativo es el acto de asunción pública.

Que se tenga que llegar a estos extremos para exigir lo que a uno legalmente le corresponde, es francamente lamentable. Método rotundamente reprobable, no obstante considero aún peor que aparentemente ciertos políticos sólo reaccionen después de que los medios de comunicación de hagan eco de los problemas. Mostrándose como acérrimos defensores del axioma: “si de algo no se habla, sencillamente no existe”. 

Muchas veces son los proveedores los que sufren las disputas políticas entre los diferentes grupos. Si fueron contratados por anteriores gobernantes, y entran después otros adscritos a una formación distinta, suele suceder que misteriosamente concretas facturas se dilatan en el limbo de los justos. Particularmente en un espacio determinado, ubicado entre intervención y tesorería. Mientras, se dispara un fuego cruzado de acusaciones edilicias, pero que incongruentemente nunca acaban con una imputación por los hechos insinuados en los juzgados. Extraño, porque si un concejal cree que otro contrató algo indebidamente, lo mejor que puede hacer es ir a la Justicia. Ya que de no presentar demanda formal alguna, a sabiendas de los hechos, supuestamente se convertiría en cómplice. Debiendo hacer frente inmediatamente a las obligaciones contraídas por la institución, independientemente del apelativo o color que ostenten.

Con estas formas de proceder es el nombre de la Administración lo que se denosta y no la del cargo público de turno. Ocasionando el cese de la actividad económica de cualquier PYME, junto con la destrucción de los puestos de trabajo pertinentes.

Para más inri, ahora se les permite a las corporaciones un mayor endeudamiento, lo que alguien pudiera aprovechar para darse bombo y platillo. Intentando justificar nefastas gestiones, ayudados por los voceros sin escrúpulos afines a parte interesada. Que hay que defender un gobierno en minoría, se hace, aunque todo plan quede paralizado en esa circunscripción. Que hay que machacar al rival, no hay problema, se difundirán insultos o intromisiones en el ámbito personal; inventarán un papel a medida del contrincante elegido, y por repetición intentarán que la ciudadanía lo asuma por asimilación.…

Tal vez sea un poco exagerada, y lo relatado corresponda a una leyenda urbana, una de esas de tantas que circulan de boca e boca, y que nada tienen que ver con la realidad. ¿Tú que opinas? ¿Leyenda o realidad?  

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