Sorolla ha puesto el turismo cultural de moda

 

La exposición de Joaquín Sorolla (1863-1923) en el Museo del Prado, inaugurada el pasado 26 de Mayo y que finalizará el próximo 13 de Septiembre, ha marcado un antes y un después en el turismo cultural nacional. Gracias a la gran colaboración de la pinacoteca, con la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, han acercado el arte al público en general: lanzando atractivas ofertas, que incluyen alojamiento, transporte y entradas; así como visitas a otros puntos de interés de la ciudad (Museo Thyssen Bornemisza, Casa-Museo Sorolla…).

Resurgiendo una inusitada curiosidad por conocer más sobre el pintor y su época. Revalorizando a otros coetáneos del momento y los enclaves geográficos españoles con los que se identificaban: Galicia y Salvador de Madariaga; Salamanca y Unamuno; Benito Pérez Galdós y Canarias; Madrid y el Premio Nobel, José Echegaray; Asturias y Ramón Pérez de Ayala; el País Vasco y Zuloaga; la malvarrosa valenciana y Blasco Ibáñez,… Intelectuales de distintas generaciones, que de una forma u otra confluyeron en nuestro país entre los siglos XIX y XX. Adquiriendo un mejor conocimiento de aquellos momentos por sus textos y sus lienzos.

Pero por si todo esto fuera poco, los impresionantes paneles de “Las Visiones de España”, presentan a ojos del espectador nuestro rico territorio patrio. Diferentes Comunidades Autónomas esbozadas con sus peculiares características y singularidades.

Hemos dicho hasta la saciedad, que España no podía continuar siendo un destino más, entre otros tantos, de sol y playa. Que requeríamos urgentemente caminar hacia la especialización, diseccionando cual cirujano los dispares microsegmentos. Buscando nuestras especificidades como marca. ¿Y qué mejor forma que a través de nuestra vasta y fértil historia? Porque sí, tal como asevera el mítico slogan: “España, is different”. Aunque a veces pareciera que no acabamos de creérnoslo.

Y sinceramente, produce una enorme congoja la apatía mostrada por los estamentos gubernamentales, al no intentar tan siquiera convertir nuestro patrimonio en principal reclamo. Tuvo que pasar mucho tiempo para que se prestara la debida atención al románico en Castilla y León, aún así frescos de un valor incalculable esperan ser restaurados por falta de financiación. Por esos dimes y diretes entre religión y Estado: iglesias, ermitas,… permanecen cerradas a cal y canto, no resultando factible acceder a su interior, ni contemplar sus deslumbrantes bellezas arquitectónicas. Un ejemplo, entre cientos, es lo que sucede con ciertos edificios en Cáceres, a los que se les ha echado el cerrojo, terminado, si nadie lo remedia, por derruirse. Desintegrándose progresivamente otras construcciones mientras aguardan entre subvención y subvención. Estando todavía bastantes bienes de interés cultural sin una adecuada catalogalización municipal, adoleciendo por tanto de normativa que los proteja.

El Día Internacional del Museo, es también una iniciativa brillante, con su popular apertura nocturna. No obstante, acciones de este tipo no pueden limitarse a una única jornada. Porque sol, playa y cemento existe en infinidad de lugares, y este quizás sea el revulsivo dinamizador que necesitábamos en pro de mejorar nuestra competitividad como destino, aparejado a nuestros encantos naturales y emblemático paisaje. Puesto que hacia la vertiente de los precios no cabe un mayor ahondamiento, ya que nos condenaría inevitablemente como dice el refrán a: “pan para hoy y hambre para mañana”.

Artículo publicado en Comunidad Hosteltur 06-09-2009

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